Por Manuel Arboccó, escritor y divulgador en temas psicológicos
En el año 1921, Carl Gustav Jung, creador de la Psicología Analítica, escribió el libro Tipos psicológicos donde menciona, entre otras cosas, dos orientaciones vitales en las personas: la introversión y la extraversión. La persona extravertida (si bien el diccionario oficial ha aceptado el término extrovertido es mejor decir extravertido) se siente más atraída hacia el mundo exterior, el mundo de las amistades, la expresión de afectos y las relaciones con los demás; los extravertidos son personas más realistas y prácticas; asisten con regularidad a reuniones, suelen ser optimistas y enfrentan lo nuevo con entusiasmo. “La energía psíquica se dirige hacia el exterior, de manera que el objeto –sean situaciones, bienes materiales o personas- es venerado y concentra en él toda la libido” (Salvat, 2017, págs. 65-66).
El sujeto introvertido, por su parte, dirige su energía psíquica -su libido- hacia dentro, suele pensar mucho, tiene mucha imaginación, puede ser algo tímido, difícil de conocer y es más idealista que realista. Es menos propenso a entablar relaciones, vacila ante situaciones nuevas o poco conocidas, prefiere trabajar, comer y distraerse en solitario y cuando los introvertidos se relacionan, son bastante selectivos; y piensan antes de hablar. “Le es más difícil establecer vínculos, pero en compensación consigue hacerlos más profundos y duraderos” (Salvat, 2017, pág. 66).
Jung deja en claro que ninguno de estos tipos es bueno (positivo) o malo (negativo) por sí mismo, son simplemente dos formas de relacionarse con el mundo. Aunque señala que las sociedades y las épocas suelen percibir de diversas maneras estas orientaciones. Así, Oriente ve con agrado la introversión y Occidente promueve la extraversión. Muchas personas, asimismo, tienen una orientación mixta o ambivertida. “Por supuesto semejantes orientaciones varían en grado, pero el individuo tiende a organizar sus estructuras psíquicas en una u otra de las dos funciones” (DiCaprio, 1984, p. 373).
“Todas las clases sociales poseen estos dos tipos característicos; que un individuo sea cultivado o no, que sea un músico muy notado o un jornalero, esto no borra las dos orientaciones con respecto a la vida” (DiCaprio, 1984, p. 374). Jung pensaba que estas orientaciones tienen como base factores biológicos innatos, y estudios posteriores también lo han señalado. Claro que al ser la especie humana una muy moldeable los factores como la crianza y el ambiente que nos rodea influye paralelamente.
Finalmente, para Jung hay cuatro funciones psicológicas, a saber: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición; y junto con las dos orientaciones antes señaladas, podemos encontrar ocho tipos de formas de conducirse en la vida.
Algunos psicólogos consideran sin embargo que tipificar a las personas constituye “una injusticia para la individualidad notable de cada persona” (DiCaprio, 1984, pág. 374) puesto que, si bien hallamos características en común en esos tipos también existen rasgos muy particulares y las tipologías no llegan siempre a conocerlos o los pasan por alto. Además, no solo nos interesa a los psicólogos en qué se parecen las personas sino qué hace única a cada una. Hay que mencionar a favor de las clasificaciones o tipologías que suelen ser útiles y referenciales a la hora de hablar de los seres humanos.
Referencias:
- DiCaprio, N. (1984). Teorías de la personalidad. México. Nueva Editorial Interamericana.
- Salvat, (2017). Carl Gustav Jung: El inventor de la psicología analítica. Colección Comprende la Psicología. España:
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