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ADLER Y EL COMPLEJO DE INFERIORIDAD

Por Manuel Arboccó de los Heros

Psicólogo, psicoterapeuta y escritor


Alfred Adler (1870-1937) fue un médico austríaco considerado en su momento como uno de los cien psicólogos más eminentes del siglo XX (Haggbloom, 2002). Fundador de un modelo psicológico conocido como la Psicología individual considerada como una de las tres escuelas de psicología profunda de Viena (las otras dos son la de Freud primero, y luego la de Frankl, a los cuales conoció y con quienes durante un tiempo trabajó). Estuvo interesado en la educación psicológica de los padres para que estos realizaran un mejor trabajo con sus hijos, con lo que se podría pensar en Adler como en alguien preocupado por la prevención de problemas psicológicos. La salud mental del niño no depende solamente de los padres sino de la familia en su conjunto, incluso consideró también que el orden de los hijos en la familia (ser el primogénito, el menor) también repercutía en la formación de nuestra personalidad. También de la escuela y la sociedad en su conjunto. El siguiente texto representa según DiCaprio la forma de Adler de entender la naturaleza humana:


“El hombre es un ser social por naturaleza y está más motivado por necesidades sociales que por los impulsos sexuales, Somos además conscientes y no principalmente inconscientes. Estamos en condiciones de crear nuestro propio destino. No necesitamos ser víctimas de impulsos primitivos ni de un medio ambiente incontrolable. Tenemos conciencia de nosotros mismos y somos capaces de mejorarnos a nosotros y el mundo a nuestro alrededor” (DiCaprio, 1976, p. 199).


Alfred Adler, imagen tomada de la web.



Como se ve en las líneas citadas, esto marca dos cosas interesantes: primero, hay una diferencia clara con la propuesta de Freud y, por otro lado hay cierto acercamiento a lo que décadas después se conocería como parte del credo de la psicología humanista. Seguidamente el autor menciona que para Adler “nuestros intereses principales en la vida son una ocupación, la vida en sociedad y el amor” (ob. cit. p. 199). Otro importante psiquiatra, Viktor Frankl, al recordar a Adler menciona: “como consecuencia de la teoría de Alfred Adler, no es lo personal sino lo social lo que determina la actitud y el comportamiento del hombre respecto de la comunidad: son elementos determinantes en este punto, el entorno, la educación y el medio ambiente del hombre” (Frankl, 2008, págs. 44-45).


Para León (2010) Adler fue “un hombre de una actividad infatigable, excelente orador y poseído de un deseo casi febril de ayudar de modo inmediato y efectivo a los seres humanos, aunque no se preocupó en sistematizar sus ideas, tal como lo hiciera Fred” (p. 61). De hecho, sus discípulos fueron los encargados de esta tarea. Dos de ellos fueron Heinz L. Ansbacher y Robert F. Antoch.


Si hay algún concepto que nos recuerda a Adler es el de Complejo de inferioridad. Señaló que el ser humano viene provisto de una agresividad innata que muy tempranamente se dirige hacia la sobrevivencia pero cuando somos niños –como también lo diría de otra manera Erik Erikson en su teoría de las ocho etapas del desarrollo psicosocial- , solemos ver el mundo en desventaja, así pues somos más débiles, pequeños, no entendemos mucho las cosas y tenemos pocas posibilidades de acción. De ahí que veremos en el crecimiento (físico) y en el desarrollo (mental) la manera de dejar parcialmente esta sensación de inferioridad que nunca desaparecería del todo y eso permite siempre querer algo, siempre buscar algún logro, algún triunfo, alguna meta.





Adler utilizó el término compensación para referirse a la estrategia que busca superar una inferioridad, pues esta ayuda a establecer y conversar el amor propio. Pero cuando desde los primeros años de vida lo que abundan son las burlas, las comparaciones odiosas, los insultos, mofas y agresiones, esta sensación digamos normal de inferioridad se convierte en un complejo, en un conflicto y por esta razón nos estancamos, no avanzamos y vivimos con la sensación de que todo se nos hace particularmente difícil a nosotros. Este complejo de inferioridad o bien puede manifestarse de manera directa, es decir, nos mostramos temerosos, huidizos, con poca confianza, evasivos o, se manifiesta de una forma encubierta; así, nos mostraríamos muy pedantes, aparentemente muy seguros, incluso algo soberbios y superiores ante los demás, aunque claro, Adler ve acá una forma de ocultar la verdadera sensación latente de miedo, vergüenza o envidia por los demás. “La persona que disimula un sentimiento profundo de incapacidad fanfarroneando o acaparando la conversación exhibe, en realidad, una forma de compensación inapropiada” (DiCaprio, 1976, p. 203)

Tanto el complejo de inferioridad como el de superioridad serían entonces las dos caras de un mismo conflicto. De ahí que para Adler buscar ser fuerte, dominar y conseguir superioridad es el objetivo central en la motivación humana. A un nivel adecuado, esto permitiría avanzar y conseguir los objetivos trazados, la desvirtuación de esta necesidad se mostraría en una actitud soberbia y petulante muy neurótica. Al respecto dice Adler “El perfeccionamiento de uno mismo dentro de un sentimiento social constituye la expresión más sana de este afán de superioridad” (Adler, 1930, ciado por DiCaprio, 1976, p. 201).


Según León “la psicología individual se caracteriza en los últimos tiempos por una gran vitalidad. Las sociedades adlerianas se muestran muy activas en la formación de nuevos terapeutas y en la realización de seminarios y congresos” (2010, p. 61). Y considera que Adler: “no solo influyó decisivamente en Viktor Frankl y la logoterapia, él puede ser así mismo considerado como uno de los precursores de la terapia cognitiva. Ya en 1928 Adler, con un trabajo titulado Breves anotaciones sobre la razón, la inteligencia y la debilidad mental señalaba muchos de los aspectos sobre los cuales se fundamentan hoy las concepciones de los modernos enfoques cognitivos en psicoterapia” (p. 133).

Obras como “La psicología individual”, “Guiando al niño: sobre los principios de la psicología individual”, “Problemas de neurosis”, “La ciencia de vivir” son textos clásicos de este personaje.



Referencias:


- DiCaprio, N. (1976). Teorías de la Personalidad. México: Nueva Editorial Interamericana.

- Frankl, V. (2008). Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia. España: Herder.

- Haggbloom, S. (2002). The 100 Most Eminent Psychologists of the 20th Century. En The Review of General Psychology (Vol. 6, No. 2). Págs. 139-152.

- León, R. (2010). La literatura psicológica del siglo XX. Perú: Fondo Editorial de la Universidad Ricardo Palma.


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