Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo clínico, profesor y divulgador
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El tema del suicidio es complejo, aunque eso no ha impedido que los psicólogos esbocemos intentos de explicar la cúspide de los comportamientos autolesivos. Empecemos por lo orgánico-corporal. A algunas personas, la química cerebral les falla por causas genéticas, por consumo de ciertos fármacos, por adicciones a drogas, por lesiones en el tejido cerebral. A otras les es francamente inaceptable ciertas pérdidas –o separaciones tempranas– de las que nunca se reponen del todo; apegos (vínculos afectivos iniciales, como con la madre o el padre) flojos o evasivos bien pueden construir un tipo de personalidad muy frágil. Y esa fragilidad se manifiesta posteriormente cuando eventos desfavorables se presentan.
Por eso, aquello de “esa joven se mató porque el novio la dejó” no es tan exacto; mejor sería decir: “Esa joven no soportó que nuevamente una persona a la que amó y en quien confió la haya dejado”. Digámoslo así: el evento estresante actual posibilitó el despertar del evento traumático latente pasado.
Hay también personas que guardan en su corazón (en su memoria emocional) mucha pena y mucha rabia que pueden convertirse, combinadas trágicamente, en el arma que se empuñará contra ellas mismas, decidiendo así terminar su pena al mismo tiempo que su vida.
También están las que no soportan el presente, la sociedad actual, con su ritmo frenético, su normalización de deficiencias, su apuesta por la inautenticidad, su competitividad salvaje, sus reglas del mercado, su publicidad que promueve consumir y consumir como sinónimo de felicidad, sus coachs que venden frenéticamente el “Todo lo puedes” y “Debes ser feliz” (que solo consigue ahondar más en nuestras necesidades no cubiertas y nuestras limitaciones), con sus cientos de horas de radio boba y televisión basura, sus injusticias sociales, su corrupción política, sus vacíos y su levedad. “¡Basta! –dirán entonces algunas personas–; este mundo apesta. Y me bajo”.
Algo interesante que ha revisado la Psicología es el hecho de que si bien el suicidio es algo que siempre ha ocurrido y en todos sitios, “no nos matamos por igual”. Esto es, la forma de aniquilarse dependerá de las creencias, nivel educativo, posición económica, nivel de angustia, ideología, grado de agresividad.
Así, hay los que toman veneno para ratas, otros saltan de enormes alturas, algunos se cortan las venas y agonizan esperando partir, otros se disparan un balazo en la sien. También hay quienes toman sobredosis de calmantes y otros, como la poeta Alfonsina Storni, ingresan lentamente en el mar, al encuentro con la muerte.
Sea alguna de estas causas u otras o por los medios que sean, es claro que la vida ha sido, es y será insufrible para algunos.
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