Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, psicoterapeuta
Faltan pocos días para que terminemos el 2019, y no solo las empresas deben realizar el balance anual; cada persona bien podría reflexionar sobre lo actuado, sobre lo vivido y lo compartido; sobre lo conseguido y lo que aún no se logró o está en proceso.
El ser humano es una criatura temporal, es decir, vive en un presente, pero lleva consigo su pasado (gracias a la memoria) y se proyecta hacia el futuro (gracias a la imaginación y la esperanza). Es precisamente esta capacidad o recurso de la autoproyección lo que nos permite pensar y planificar lo que podría darse en este siguiente 2020. “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”, nos recuerda Jean Paul Sartre y esa idea confrontadora del filósofo francés nos lleva a la toma de conciencia de la propia libertad para decidir qué vamos a hacer en nuestra vida, existencia que –no olvidemos– es siempre coexistencia, pues mis acciones siempre o casi siempre demandan consideraciones éticas. Muchos esperan que el año que venga sea mejor, pero olvidan que somos nosotros los que tenemos que ser mejores personas para que se cumpla ese deseo. El 2020 no es una persona que llega con buenas intenciones y dispuesto a ayudarnos; somos nosotros mismos los que debemos mejorar. Y a propósito de esto, recordamos haber visto las noticias de inicio del 2019 con las penosas imágenes de lo asquerosas que quedaban las playas y plazas luego de las celebraciones del 31 de diciembre. ¿Se dan cuenta?
Libertad y responsabilidad, primas hermanas inseparables, pues no soy libre por reaccionar cuando y como me venga en gana (esto es más bien actuar impulsivamente); más bien, somos libres cuando decidimos reflexivamente nuestros siguientes pasos y asumimos las consecuencias de estos. Conviene precisar esto último, sobre todo, en estos tiempos de mucho desenfreno irracional y saber que allí, donde algunos piensan están ejerciendo su libertad, vemos más bien un nuevo servil o un nuevo esclavo de modas, de publicidades, de ideologías o de los propios instintos.
Luego de las celebraciones y los rituales propios de esta época iniciaremos otra vez un nuevo año y con ello resurge una nueva posibilidad de seguir creciendo como seres humanos, de contribuir a que este espacio del planeta llamado Perú sea un poco mejor. De pronto es tiempo de hacer algunos ajustes, de esforzarse más, de confiar, de arriesgar. Nos pasamos mucho tiempo esperando un mejor año, esperando “algo de la vida” cuando es esta la que espera algo de nosotros.
Y mejorar como país, como ciudadanos, es una urgente tarea compartida.
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