Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, profesor universitario
¿Por qué hablamos tanto ahora de la sensación de vacío ante la vida? ¿Por qué los jóvenes suelen sentirse constantemente aburridos, desmotivados, apáticos? A propósito, un síntoma del vacío existencial es el constante aburrimiento.
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En otros artículos, hemos señalado lo que implica vivir en esta sociedad con sus estilos de vida y de relaciones propias de estos tiempos posmodernos. El filósofo y sociólogo polaco de origen judío Zygmunt Bauman (1925-2017) –quien acuñó el concepto de modernidad líquida para referirse a sociedades globales, capitalistas, hipertecnológicas y de muchos cambios sociales, desde los años 60– propone, en su libro Vida de consumo, que las personas nos hemos vuelto una masa de consumidores engañados, seducidos, arrastrados y manipulados todo el tiempo por la publicidad. Inclusive nuestros vínculos están variando violentamente.
En este mundo cibernético y ya de robots, de pronto las relaciones humanas cálidas están debilitándose; conectados como estamos todo el día a máquinas y aplicaciones, vamos perdiendo ese sabor humano que es parte importante del sentido de la vida. “El encuentro con una persona viva requiere de habilidades sociales de las que uno puede carecer o que pueden resultar inadecuadas, y entablar un diálogo siempre implica exponerse a lo desconocido”, indica el filósofo.
Además de los vínculos afectivos (los amigos, la pareja, la familia) otra de las maneras de encontrar sentido es el trabajo, nuestra forma de entregar u ofrecer algo valioso a los demás (también están los deportes y los hobbies). Pero hoy ya no se nos estimula a ser productores y creativos, sino a ser solo objetos de consumo permanente. Bauman también lo precisa cuando en su obra mencionada señala: “La sociedad de consumidores implica un tipo de sociedad que promueve, alienta o refuerza la elección de un estilo y una estrategia de vida consumista y que desaprueba toda opción cultural alternativa; una sociedad en la cual amoldarse a los preceptos de la cultura del consumo y ceñirse estrictamente a ellos es, a todos los efectos prácticos, la única elección unánimemente aprobada”.
Consideramos que es necesario saber que hay tiempos –como los que estamos viviendo– y lugares como nuestras sociedades “modernas” que pueden propiciar un mayor vacío, con sus mensajes, propuestas y modas, muchas veces deshumanizantes, superficiales, alienadas y materialistas. Y es nuestro deber –pensamos– denunciar estas prácticas que no permiten vivir en armonía, bienestar y crecimiento.
Por último, la colega mexicana Olga Loaiza Valdés indica que lo que necesitan las mujeres y hombres de hoy es “comprometerse, empeñarse en algo digno de tal compromiso, la entrega a una tarea por la que se puedan decidir libremente.”
Tengamos todo esto muy presente.
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