Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo y escritor
Dedicado a la Chupi
Todos los 21 de setiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer por la OMS y demás instituciones que promueven investigaciones y tratamientos contra este debilitante mal neurológico. Como se sabe, el mal de Alzheimer es una enfermedad neurológica degenerativa, irreversible, debilitante y progresiva que atraviesa por varias etapas y va desde las distracciones, olvidos y el mal humor hasta la paranoia, la agresividad y la irracionalidad, terminando en un estado casi catatónico de mutismo, inapetencia, quietud y dependencia total.
Hacen bien los que tienen un familiar o amigo con esta situación al revisar la inmensa información que hoy se cuenta desde que el Dr. Alois Alzheimer (psiquiatra y neuropatólogo alemán, 1864-1915) estudiará y publicará sus observaciones con su paciente Auguste Deter quien allá por 1906 fuera identificada primero como un caso de demencia presenil, y luego el psiquiatra alemán Emil Kraepelin la diagnosticara ya con el nombre con el que se conoce hoy, en honor a su primer divulgador y médico.
El Alzheimer es una enfermedad incurable aún y que no afecta solo a la persona que la lleva sino a su entorno, a la familia, quien también sufre el progresivo cambio mental y conductual del miembro del grupo. Hoy se estima que para dentro de tres décadas, probablemente en el mundo habrá la cifra de 131 millones de personas con este mal en el planeta (1). Desde aquí va nuestro abrazo y todo el deseo de encontrar ese apoyo y la fuerza a los amigos y familiares de quienes padecen este penoso cuadro.
Imagen tomada de la web: https://www.google.com/search?q=alzheimer&rlz=1C1ALOY_esPE946PE946&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwiIgLL0laLzAhW9IbkGHRN1DakQ_AUoAXoECAEQAw&biw=1536&bih=722&dpr=1.25#imgrc=juSK1Gjb4oKPaM
Colofón:
Cuando a mi madre le confirmaron el diagnóstico de Alzheimer hace muchos años (ella ya falleció hace tiempo) presentí lo que podía venirse y más o menos ocurrió tal como mis profesores de psicología y mis propias lecturas me habían advertido. Quizá eso, en mucho creo yo, me ayudó a prepararme –si el término cabe- para soportar lo que luego se fue presentando: olvidos, amnesias, repreguntas insistentes, confusiones, cambios de humor, accidentes, ansiedad, debilidad, frustraciones y pena, por sobre todo pena y miedo y no solo del portador sino de la familia por ver a un ser muy querido ir desapareciendo poco a poco hasta convertirse en un triste recuerdo de quien alguna vez fue. Pero aún en ese casi fantasmal ser que la enfermedad convierte, muy de cuando en cuando se asoma una mirada dulce o quizá una sonrisa cómplice como pasó con nuestra Chupi. Por eso nunca los dejemos de mirar, nunca los dejemos de besar.
Referencias:
(1) Día Mundial del Alzheimer. Recuperado de https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-mundial-alzheimer
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