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Foto del escritorManuel Arboccó de los Heros

DIVAGACIONES ESTRAFALARIAS

Por Manuel Arboccó de los Heros

Psicólogo y escritor



Mi amigo Víctor me dijo una vez que tenía treinta y tres años de edad, pero que su pene tenía como setenta. Recuerdo hoy ese jocoso comentario mientras pienso en la vejez y en la muerte. Diversos acontecimientos propios como extraños que no vienen al caso narrarlos ahora y que me generaron apenas un par de noches de insomnio me obligan a contar lo que sucedió aquella noche en casa de esa mujer que tampoco es necesario identificar por ahora. Lo cierto es que hubo un antes y un después de su inesperada muerte. Todos en su familia estaban de acuerdo en que fue una muerte estúpida, ¿pero qué muerte no es algo estúpida?, pienso yo. Incluso ¿qué nacimiento está ajeno a cierta estupidez? Somos criaturas bastante complejas, extrañas y ridículas es bueno recordarlo.




Pero de pronto, uno empieza a morir el día que se percata, por primera vez, que va a morir, y lo cierto es que esa mujer mayor ya no pudo aguantar más el paso de los años y el peso de la existencia y no encontró mejor salida que lanzarse desde el piso diecinueve del lujoso edificio de departamentos en Miami Beach donde vivía sola pues había enviudado un año antes de su amoroso esposo. Cuando la policía revisó sus ropas encontró dentro de uno de sus bolsillos una extraña nota en un pequeño pedazo de papel bond, que los dejó entre extrañados y acojonados. La misma decía:

“Aún sangra nuestro costado por la herida de la lanza”.

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