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Foto del escritorManuel Arboccó de los Heros

EL DR. BERNE, LAS CARICIAS Y LOS LIKES

Por Manuel Arboccó de los Heros

Psicólogo, psicoterapeuta



Dr. Eric Berne, imagen tomada de: https://www.google.com.pe/search?hl=es-419&biw=1024&bih=657&tbm=isch&sa=1&ei=6PJRXMvvKp6m5OUPtsStuAM&q=DR.+ERIK+BERNE&oq=DR.+ERIK+BERNE&gs_l=img.3...3567.4292..4529...0.0..0.74.299.5......1....1..gws-wiz-img.......0i8i30.HfniWc5pn-g#imgrc=ho_ZZTpnn6n7JM:


El psicoterapeuta Eric Berne (1910-1970), nos recuerda que los seres humanos tenemos necesidades de reconocimiento y estas se atienden con estímulos táctiles, verbales o sociales, que en el Análisis Transaccional -modelo psicológico por el propuesto- se llaman las caricias (Berne, 1988). La caricia es aquí la unidad de reconocimiento, ejemplo un saludo, una palabra gentil, un obsequio, un beso, algunos aplausos. Hasta un ¡hola! o un ¡buenas noches! se entienden como las unidades mínimas de reconocimiento de alguien, por eso cuando saludamos a alguien y éste no nos devuelve el saludo, nos alarmamos, nos ofendemos, nos molestamos o empezamos a fantasear muchas cosas.


Estas caricias tienen en común que logran hacer que la persona que las recibe se siente viva y que los demás reconozcan así su existencia, sea porque la elogian sinceramente (caricias positivas); la adulan, por ejemplo para manipularla, (falsas caricias positivas), o la rechazan, insultan o hasta le pegan (caricias negativas). Algo que Berne puntualiza con mucha razón es que las más de las personas pueden llegar a preferir recibir caricias negativas a estar sin estimulación y reconocimiento alguno. Como en aquél vals peruano “Ódiame” del compositor Rafael Otero López, que inspirado en un soneto titulado “Último ruego” de Federico Barreto, nos dice en la primera parte de la canción: “Ódiame por piedad yo te lo pido, ódiame sin medida ni clemencia; odio quiero más que indiferencia, porque el rencor hiere menos que el olvido”. Efectivamente, muchas personas prefieren el odio al olvido, el maltrato a la ausencia de todo tipo de estímulo. Esto puede, al menos en parte, explicar ciertas dependencias patológicas con personas que nos hacen más daño que bien. Es como si la persona se dijera: “a nada, mejor es esto”.


Por su parte, Carl Rogers nos enseñó en psicoterapia que la relación entre el paciente o cliente y el psicoterapeuta es el elemento primordial para que se desarrolle la mejora del paciente. Mediante el uso de la escucha empática, la disposición a acompañarlo y no juzgarlo y la aceptación incondicional, se intenta promover un ambiente cálido y libre de amenazas donde el cliente pueda expresarse libremente (Rogers, 1997). Podemos decir que con esas actitudes, el psicoterapeuta brinda “caricias” a priori al consultante con lo que la posibilidad de comprensión y cambia aumenta.


Pero dejando de lado lo referente a la psicoterapia, vayamos al mundo digital, al mundo de las redes y el Facebook. Hoy vivimos el esplendor del Facebook y de los likes. ¿Qué es un like? Consideramos que es una pequeña señal de reconocimiento, una caricia, digital pero caricia al fin. Al dar like (me gusta) a algún comentario, fotografía, u opinión ajena, estoy reconociendo y aprobando la existencia y el pensar o sentir del otro y esto genera agrado en el que comparte algo. Todos necesitamos que alguien nos mire, y hoy un link es de pronto tan o más fuerte que un ¡hola!, un ¡eres importante! o un ¡me agradas!. Es el reconocimiento digital (no presencial, no físico, no cara a cara) que las personas de esta era digital esperamos cuando ingresamos y subimos algo a la web.


Otra cosa es la obsesión por revisar a cada instante cuantos likes tiene esa foto, ese meme, ese comentario que hemos colocado. Otra cosa es molestarme o entristecerme –cosa que también pasa- cuando no tengo las decenas (o cientos) de likes que esperaba. Aquí ya hablamos del riesgo de depender de estos recursos y pasatiempos digitales, los cuales descubren una personalidad frágil, inmadura o pobre que pierde el contacto entre lo real y lo virtual, entre lo necesario y lo accesorio, entre la atención necesaria y la demanda exagerada de ella.

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Referencias:

- Berne. E. (1988). ¿Qué dice usted después de decir hola? Caracas: Grijalbo.

- Rogers, C. (1997). Psicoterapia centrada en el cliente. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.

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