Por Manuel Aerboccó de los Heros
Psicólogo, educador y articulista
¡Cómo te ven, te tratan! recordamos haber escuchado decir a los mayores por casa, cuando siendo muy jóvenes nos disponíamos a salir raudamente a la calle sin haber reparado en nuestro vestuario, calzado y apariencia. Pensábamos por entonces que era una exageración o un simple comentario popular. Sin embargo, a la luz de lo investigado en el campo de las relaciones humanas, parece que tenían algo de razón.
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Veamos: la percepción es un proceso mental por el cual interpretamos la información sensorial que llega a nosotros o de la cual somos capaces de captar. Pero la percepción suele estar influenciada, además de las capacidades sensoriales, por el estado de ánimo, las experiencias previas, la capacidad de entendimiento, los prejuicios, el nivel de fatiga, entre otras variables.
Ahora bien, ¿qué pensamos de las demás personas cuando las vemos por primera vez? El nombre de efecto halo fue acuñado por el psicólogo estadounidense Edward Lee Thorndike luego de investigaciones empíricas. Este sesgo cognitivo consiste en una desviación en el procesamiento de lo percibido, por lo cual solemos calificar mejor a las personas que nos dan una buena impresión o “nos parecen simpáticas”.
En sus experimentos, los psicólogos han notado que las personas percibidas como atractivas son evaluadas como más amistosas y honestas. Por tanto, si nos gusta una persona tendemos a calificarla con características favorables, a pesar de que no disponemos de mucha información sobre su manera de ser y actuar; podemos incluso asumir que viene “de buena familia”, “que debe ser inteligente y de buenas costumbres” o “que es una chica saludable y correcta” solo por una interpretación favorable a priori.
Por ejemplo, un sujeto que es percibido como atractivo en una entrevista de trabajo, debido a su físico, también será percibido como responsable, generoso o inteligente. El rol del atractivo en la aparición del efecto halo ha sido respaldado por muchos estudios. Así, un estudio reveló que el atractivo puede afectar a la percepción que tenemos sobre la vida de esa persona, su nivel de éxito y hasta su personalidad en conjunto.
La psicología social suele recordarnos que tendemos a atribuir mayor éxito (intelectual, social, sexual, familiar, económico) a las vidas de las personas que nos parecen agradables y menor éxito a las que nos parecen poco agradables, a pesar de que no disponemos de mucha información sobre ellas. Este efecto se da en muchos ámbitos de la vida cotidiana, incluyendo en las aulas, la política, los programas de concursos, la publicidad y en los procesos judiciales. A tenerlo en cuenta.
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