Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo y divulgador de temas psicológicos
Miembro de la Revista La Hormiga
En el año 1996, los neurocientíficos italianos Giacomo Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese que estaban estudiando la planificación y el control motor, colocaron electrodos en el cerebro de un mono. "Cuando Fogassi, parado al lado de una frutera, tomó un plátano, observamos que algunas de las neuronas (del área motora) del mono reaccionaron, pero: ¿cómo había podido suceder esto si el animal no se había movido? se preguntó Rizzolatti. Al principio, cuenta que pensaron era un error de medición o un fallo en el equipo. Al verificar que todo estaba bien, se encontraron con un enorme descubrimiento científico.
Así, casi de casualidad como ocurren también muchos descubrimientos importantes, hallaron un grupo de neuronas conocidas como las neuronas espejo o neuronas especulares. Se denominan así a cierta clase de neuronas que se activan cuando un animal o una persona observa una acción realizada por un semejante. Es decir, basta observar a otro haciendo algo para que de manera similar a lo que sucede en su cerebro, en el nuestro también se activen esas neuronas implicadas. Tales neuronas habían sido observadas en primer lugar en primates, luego se encontraron en algunas aves y de la misma forma en los seres humanos.
En estudios posteriores se pudo constatar que las neuronas espejo no solo se activan cuando vemos a alguien realizar determinada acción, es suficiente con que lo imaginemos. Por ejemplo, cuando nos imaginamos haciendo algo como trepando un árbol. Parece que hasta cierto punto el cerebro no diferencia lo que es real de lo que es producto de la imaginación.
El hallazgo de las neuronas espejo permite ahora entender porque cuando vemos a otros bostezar o reír o llorar existe una suerte de “conexión emocional” (cuando la hay) con estas personas, terminando en una especie de “contagio” que reproduce en nosotros aquellas conductas (también bostezamos, reímos y de pronto lloramos).
Este descubrimiento del campo de las neurociencias permite tener una mejor explicación evolutiva y cerebral para una serie de aspectos como, el aprendizaje, la imitación, la identificación y la empatía -entre otros- tan importantes para la vida y sobre todo para la vida social. Es probable también que estos circuitos de neuronas no se activen o que se activen deficientemente en los psicópatas, en los esquizofrénicos, en los autistas y retrasados mentales más graves. Las neurociencias no siguen brindando respuestas.
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