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Foto del escritorManuel Arboccó de los Heros

JESUS QUERÍA SONAR "CIENTÍFICO"

Por Manuel Arboccó de los Heros

Psicólogo y escritor


Jesús se sentía muy inteligente y superior al resto de sus compañeros del aula porque sabía que eran la desviación estándar, la T de Student y el índice de V de Aiken. Durante sus intervenciones orales en la universidad se esforzaba por sonar muy científico y a todo lo que argumentaba le metía la matemática. De pronto se le pedía una opinión, una simple opinión y el citaba a los metodólogos y a los paquetes estadísticos para ver si así se respaldaba alguna hipótesis o interpretación comentada en clase. Caía pesado. La matemática es importante, pero en Psicología había una corriente más fenomenológica y existencial que tomaba una prudente distancia frente a los promedios y los porcentajes. Ni hablar de los que tenían su corazón psicodinámico. Cuando lo escuchaban intervenir en clase de desarrollo humano, de intervenciones psicoterapéuticas o de teorías de la personalidad y Jesús arrancaba con su perorata aritmética estos compañeros veían aparecer ante su consciencia los arcaicos impulsos hostiles de los que hablaba el padre del psicoanálisis. Y cuando los profesores citaban en sus seminarios a poetas, novelistas o filósofos para dar énfasis a ciertas afirmaciones, Jesús sonreía socarronamente y mascullaba “eso no es verdad”, la verdad parar él tenía forma de número.


Hubo gente que odió a la matemática por él; me explico: lo odiaban a él y por asociación también a la pobre matemática que, seguramente de poder hacerlo, lo hubiera al mismo tiempo odiado a Jesús. Hubiera sido un odio recíproco.



*imagen tomada de la web



Cargas factoriales, Coeficiente Omega y Chi cuadrado eran términos a los que poco a poco los compañeros se habían familiarizado gracias a él. Esto era muy interesante porque de pequeño, en el colegio, había sido bastante torpe con los números y quizá, por ello, las burlas, los apodos y las comparaciones odiosas habían sido sus fieles compañeros desde que inició la primaria. Pero eso era cosa del pasado pues desde que se autoconvenció de que querer es poder en los casi tres años de la academia preuniversitaria donde se preparó para postular a San Marcos, había logrado un avance superlativo, sobre todo en los cursos de números. Hubo quienes pensaban que postularía a estadística o Matemática pura, pero él amaba la psicología y quería hacer historia. Él sería el llamado a llevar la ciencia de la matemática a una disciplina tan subjetiva, relativa y controversial como la carrera de la mente y la conducta. “Tiembla Freud” se dijo cuándo se supo ingresante. Los números gobiernan al mundo y yo gobierno a los números había escrito con plumón negro en una de las paredes de su cuarto.


Un 11 de noviembre del 2023 Jesús, quien estaba a poco de egresar, tuvo un mortal accidente. Caminando delante de la fachada principal de una iglesia en el centro de Lima, se desprendió de ésta una de las esculturas con forma de gárgola las cuales habían sido colocadas ahí hacía más de un siglo cuando fue edificado el templo. Jesús no la vio venir.


La lluvia, la ácida caca de paloma, los cambios de clima, los temblores y terremotos habían, en suma, sido los causantes de que ese pedazo de piedra pesadísima se viniera abajo y, junto a la mala suerte de Jesús, la gárgola se estrelló en su cabeza partiéndole el cráneo en dos mitades exactamente iguales. Al menos Jesús estaría contento de esa división exacta, pues le buscaba la matemática a todo. Si bien fue llevado rápido al hospital más cercano, lamentablemente no sobrevivió, pues la precisión del choque parecía haber sido planificada por el mismísimo Pitágoras. Se trató de una puntería perfecta.


Pues bien, no sé si será cierto, pero cuenta una enfermera que lo cuidaba en el hospital que lo último que dijo antes de mancar fue: El mundo nada puede contra el método de estimación de mínimos cuadrados no ponderados.

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