Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicoterapeuta, profesor universitario
Imagen tomada de:
https://www.google.com/search?q=la+depresion+post+fiestas&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwim4vjJ3__gAhUiH7kGHen0CYMQ_AUIDigB&biw=1024&bih=625#imgrc=RTaNVGlpDvGu-M:
Ocurre a menudo. Muchas personas asumen que en diciembre se acaba todo y vaya que terminan muy estresados, cansados y sin dinero. Al llegar enero, el ritmo casi frenético del mes pasado los deja exhaustos, agotados para iniciar con las debidas ganas el siguiente año, el siguiente desafío, las labores habituales y las nuevas.
Los psicólogos oímos de “la depresión post fiestas”, la cual más que un cuadro clínico es una metáfora de lo que suelen vivir quienes depositan toda su fuerza (y aguinaldos) en las fiestas navideñas y de fin de año. Pasados los cohetes, las ceremonias, las comidas y los brindis, las compras a último momento y las mil fotos “para el face”, enero los devuelve a la normalidad, a la rutina y a la realidad; nos daremos cuenta que todo comienza otra vez, que las fiestas recién celebradas ya son cosas del pasado y que hay que seguir trabajando. Curiosamente es posible que miremos anticipadamente en el calendario los feriados por venir- añorando un descanso incierto- y regañaremos si de ser pocos se trata.
Y así entraremos a temas algo existenciales, el eterno retorno nietzscheano, volver una y otra vez sobre lo ya vivido, renovando la misma voluntad de logro y con el mismo deseo de cambiar las cosas (aunque no se cambie finalmente nada) y bajo la promesa de hacer de este nuevo año, uno mejor, uno “más lindo”. Revisaremos temas como el trabajo, la rutina, la posibilidad de cambios, las culpas y los arrepentimientos, las ilusiones, la angustia y –quizá no depresión, pero sí- la tristeza.
Nos tomará algunos días reengancharnos con la realidad, pero lo haremos, somos peruanos y sabemos que tenemos que luchar, tenemos que esforzarnos para alcanzar esas metas soñadas, aunque a veces pareciera que a los peruanos nos cuesta el doble de esfuerzo llegar a la meta. Pero lo intentaremos, alimentaremos lo que nos queda de fe, no queda de otra señores. Nos animaremos los unos a los otros, algunos se darán unas cortas vacaciones, no faltarán los que se encomienden a los mil santos, hay quienes tomarán anfetaminas y energizantes, otros leerán a los simplones gurús del éxito y la paz mental o a los hoy muy difundidos “coaches” (quienes no siempre cuentan con las credenciales de rigor dicho sea de paso) e iluminados empresarios ahora convertidos en escritores de “best sellers” de autoayuda y superación personal. En fin, haremos de todo, “haremos chistes, perseguiremos viejas. Todo menos morir” como nos proponía el poeta barranquino Martín Adán.
Y luego si todo esto resulta, dejaremos atrás la depresión post fiestas, al menos hasta enero del nuevo año.
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