Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, escritor
Imagen tomada de: https://www.google.com/search?biw=1366&bih=608&tbm=isch&sa=1&ei=OOtIXIXKHfjF5OUPqaWP0Aw&q=egocentricos&oq=egocentricos&gs_l=img.3..0l2j0i5i30l8.252267.254752..254998...0.0..0.71.685.12......0....1..gws-wiz-img.....0..0i67.20mHcetYcuA#imgrc=ORgIHX0clRHYCM:
(No eres tan importante)
No te tomes tan en serio, no eres tan importante, “todos somos más o menos estúpidos, la idea es ser un estúpido ligero”, dice Denegri recordando a Mussolini. Gran parte de nuestros sinsabores y sufrimientos están en el hecho de tomarnos todo muy en serio y todo el tiempo, olvidando que todos (y cuando decimos todos, nos referimos a TODOS, incluyendo autoridades, presidentes, estrellas del deporte, grandes autores, premios Nobel y ganadores del Oscar) todos, insistimos, somos también algo insignificantes, algo pequeños, algo torpes, finalmente somos seres finitos, aves de paso y llenos de defectos.
Llegamos a este planeta, hacemos algo de ruido, aprendemos cosas buenas y no tan buenas, formamos vínculos, encontramos algún talento, trabajamos, festejamos, lloramos, nos caemos y nos levantamos, compartimos, nos ayudan, ayudamos, maduramos, colaboramos con la perpetuación de la especie, le damos un sentido a las cosas, envejecemos, decaemos y morimos. Eso si somos optimistas, pues pueda que alguna fatalidad acorte nuestra presencia en el planeta y la cosa termine mucho tiempo antes. Por eso la muerte de niños y de gente joven, nos deja un sin sabor, la sensación de una derrota anticipada, injusta, absurda.
No te tomes tan en serio, no eres tan indispensable. Por más que sepas un montón o tengas un título, tu maestría y tu doctorado, no eres enorme, acéptalo. Pero si de algo se ha convencido el ser humano (o nos lo hacen creer de pequeños) es que somos la “divina pomada”, siempre debiendo quedar bien parados y demostrando nuestros talentos a cada momento que se pueda. “¡Hijo, demuéstrales quien eres!” o “¡demuéstrales de qué estas hecho!”, frases que pueden servir para tomar fuerza y enfrentar una competición pero que no reflejan realmente la grandeza particular de ningún ser humano. Nadie es mejor que nadie y nadie es peor que nadie, le dice Sócrates a Dan en la película “El guerrero pacífico”, en una de las escenas, mientras comparten tranquilos un trago en el bar.
No tomes tan en serio la vida, nunca saldrás vivo de ella, decía Groucho Marx. Y efectivamente, no olvidemos que somos seres finitos, perecederos, por eso mientras vivimos intentamos dejar alguna huella, trascender, compartir algo valioso con los demás. La vida es muy corta y eso precisamente –paradójicamente- le da sentido a la existencia. De vivir dos mil o doscientos mil años, estaríamos mucho más cansados y si la vida fuera eterna, sería insufrible, agobiante, una pesadilla. Como el personaje del cuento condenado a no poder morir, que vaga solo por las tierras buscando la forma de quitarse la vida, sin lograrlo.
No reírse de nada es de tontos y reírse de todo es de estúpidos, sentencia otra vez el gran Groucho. Y le creemos.
Así es. Muy cierto lo que le menciona Sócrates. Y sí, suscribo con usted. La vida es corta, por eso hay que tratar que sea una aventura. Claro que habrán eventos desafortunados, pero cada día nos debería ilusionar y vivir alegrías junto a la familia y amigos, y dar alegrías a los demás de corazón , como dice quizá así podemos dejar algo valioso en el mundo y ayudar al menos con pequeñas acciones, y la empatía, algo muy valioso que deberíamos impregnarlo en nuestro ser para hacer el bien con los demás.