Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo clínico, ensayista
A la hora de definir, adjetivar, clasificar y teorizar sobre lo que nos rodea, el ser humano lo ha hecho sin mayor problema. El hombre es la única criatura que se piensa así misma y esto gracias a su nivel mental. Pero ¿cómo se ha pensado el hombre?, ¿cómo nos vemos a nosotros mismos?
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Muchos entienden al ser humano como el único homo sapiens (hombre racional); hay quienes lo ven como el único que posee sentido del humor; otros lo caracterizan como un ser emocional y sentimental, más que racional y lógico. Los creyentes lo califican como la creación de Dios. Hay quienes para matizar dicen que fuimos creados, pero por el diablo, cuando Dios estuvo distraído. Los naturalistas nos recuerdan que el hombre tiene un origen terrenal y es producto de un largo proceso evolutivo donde la aparición de la psique es vista como un logro máximo en el afán de adaptarse al medio.
Hay quienes proponen que el ser humano es egoísta por naturaleza, cuando no malvado. Saltan otros para recordarnos que el hombre es bueno en esencia pero el sistema (con sus antivalores, atribuciones y problemas) lo pervierten, lo confunden, lo neurotizan.
Para el polígrafo Marco Aurelio Denegri el hombre “es un miembro del reino animal, del filum de los cordados, del subfilum de los vertebrados, de la clase de los mamíferos, de la subclase de los euterios, del grupo de los placentarios, del orden de los primates, del suborden de los pitecoides, del infraorden de los catarrinos, de la familia de los hominoides, de la subfamilia de los homínidos, del género homo y de la especie stúpidus”. El mismo nos recuerda que el famoso etólogo y Premio Nobel Nikolaas Tinbergen nos entendía como “asesinos desorganizados” esto al haber perdido las barreras naturales instintivas que impiden matar al otro miembro de la especie. Hay muchos casos de animales que no terminan con la vida del oponente en combate al dar señales (el que va perdiendo) de rendirse, por ejemplo mostrar el cuello. El animal al ver este comportamiento, se detiene, no asesta el ataque final. Parece que el hombre ha perdido esta capacidad de inhibirse, según el etólogo. Según otro gran etólogo, el austríaco Konrad Lorenz (ganador del Nobel junto con Tinbergen y Von Frish) la pérdida del control se debería al empleo de las armas que permitieron al hombre destruir más rápido. Recordemos además que el empleo de armas permite matar no sólo más rápido sino a distancia y con impunidad emocional, antiguamente quitábamos la vida con nuestras propias manos y dientes, luego de las armas ya no.
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Los freudianos clásicos nos ven como seres sexuales mientras que los adlerianos como seres que anhelamos poder. Los existencialistas indican, por su parte, que el ser humano es una posibilidad, donde la libertad y la responsabilidad son características intrínsecas e inevitables. También están los conductistas y ambientalistas quienes ven al hombre como el resultado del entorno, sus estímulos, modelos y condicionamientos.
El filósofo peruano Manuel Paz y Miño nos recuerda que “entre todos los seres existentes los humanos son los más capaces de autopreguntarse y responderse por el por qué de las cosas y el por qué de sus propias vidas. Este es su privilegio y maldición. Al no tener un comportamiento determinantemente instintivo, pues poseen un cerebro capaz de producir pensamientos sofisticados, los hombres pueden adoptar una infinidad de posibilidades comportamentales dependiendo ello de sus circunstancias concretas de tiempo y espacio”.
Probablemente, pocos temas han ameritado tantas calificaciones como interpretaciones, pero es que hablar del ser humano toca sensibilidades y nos confronta con nosotros mismos.
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En Ética y psicoanálisis Erich Fromm nos dice que el hombre moderno se percibe como una cosa por la que debe obtener rentabilidad en el mercado, en vez de verse como un ser activo, constructor de su propio destino y lleno de capacidades.
Consideramos que el ser humano es una especie evolucionada que otras, más independiente de su corporalidad (el hombre no anda ya en cuatro patas además tiene las manos libres y el pulgar oponible) que si bien trae una importante carga genética que lo predispone a muchas cosas (inteligencia, fortalezas, debilidades, patologías) es muy sensible a los estímulos recibidos desde pequeño. Además es una criatura que establece apego temprano con el cuidador(a) y que aprende –de pronto mucho más que otras especies- y se afecta (para bien o para mal) de lo que su ambiente le ofrece. Tiene una mente con más posibilidades que otros animales (cerebro más grande, con mayores conexiones neuronales y más especializado para muchas cosas) y presenta -además de las dimensiones biológica, psíquica y social- una dimensión noética o espiritual, entendida ésta por la capacidad de proyectarse, autorrealizarse y trascender, de encontrar un sentido, apasionarse, vincularse y amar, así como de crear y ofrecer algo a la vida, responsabilizándose de sus decisiones y eligiendo una forma de vivir. El hombre es un proyecto, a veces trunco, a veces logrado.
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