Por Manuel Arboccó de los Heros
Profesor universitario y divulgador en temas psicológicos
Desde hace mucho tiempo se celebra en varios países cada 14 de febrero el “Día de los enamorados” o “Día del amor”, oportunidad para confirmar los romances y relaciones que las personas vamos teniendo a medida que crecemos. Pero además de mensajes, declaraciones, regalos y promesas hay otra cara de fechas como ésta, el lado superficial, consumista y bullicioso en el que parecen moverse miles de personas que parecen “desbordar” de amor por la pareja, aunque solo sea ese comercial día.
Cines, hostales, restaurantes, hoteles y bares suelen estar abarrotados desde las primeras horas de la tarde en un torbellino de ritmos, comidas, bebidas y demás sustancias que acompañan el festejo. Muchas niñas incautas terminan dando el sí -o algo más- a cambio de sentirse las preferidas de su feo galán de turno, con aires y sueños de Banderas y realidades estéticas más bien humildes. Por su parte los galanes, gastan todo lo que tienen (o lo poco que consiguieron gorrearle a algún familiar) en flores, peluches, almuerzos (y cenas para las más tragoncitas) y uno que otro traguito como para ver si se ameniza la noche. Pero el final es incierto pues bien puede una cursiadera con dispepsia incluida malograrlo todo, tanto como una enamorada ebria hasta el vómito incontenible. Los dueños de hostales y discotecas harán su agosto –en febrero- y recargarán un poco los precios, total hay que gastar cuando se quiere de veras.
No faltarán los tristes y las desconsoladas, los solitarios y las abandonadas, los pusilánimes y las desfavorecidas que pasarán ese día entre la desolación y la apatía o quizá odiando a medio mundo –San Valentín incluido- por festejar fechas que solo ahondan más su soledad no elegida. Algunos fingirán alegrías y amores, de pronto envueltos aún en relaciones ya acabadas o agonizando, pero fingir es algo a lo que ya están acostumbrados sus viejos corazones.
Otros gozarán del día y se prometerán trabajar duro en esa relación en la que tienen puestas de pronto todas sus esperanzas, las últimas que les quedan. Los más huecos y calabazas solo saldrán a divertirse con quien sea, dónde sea y hasta la hora que sea, y si pasa algo mejor aún. Pura banalidad.
Rescatando algo, fechas como el 14 de febrero son una buena oportunidad para re-recordarle a la pareja (o a la amistad de pronto) lo mucho que la apreciamos, lo valioso que es para nosotros y la alegría de ser cómplices en esta vida tan compleja que tenemos los seres humanos. Y Cupido se reirá, mientras desde lo alto prueba nuevamente puntería con alguna de sus eternas flechas y sus tembleques manos.
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