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Foto del escritorManuel Arboccó de los Heros

SOLOMON ASCH Y LA PRESIÓN GRUPAL

Por Manuel Arboccó de los Heros

Psicólogo, psicoterapeuta



Imagen tomada de:



El psicólogo estadounidense Solomon Asch (1907-1996) interesado en el estudio del comportamiento colectivo ideó un experimento en el año 1951 por demás interesante donde expuso a un sujeto a una situación experimental de presión grupal. Dentro de un grupo de cómplices del experimentador (entre 5 y 8), un individuo debía brindar respuestas ante un test psicológico de tipo gráfico: tarjetas con líneas impresas en ellas. Después de observar una línea el participante debía elegir entre tres alternativas cuál era la idéntica a la primera mostrada. Al inicio el sujeto brindaba sus respuestas muy seguro de sí mismo pero grande era su sorpresa cuando sus compañeros de prueba (cómplices de Asch) daban todos como respuesta una alternativa errada. Lo que se quería investigar es hasta qué punto cambiamos nuestras respuestas o mantenemos las que consideramos correctas, cuando los demás van por otro lado. En todos los casos, los sujetos puestos a prueba se sorprendían con las respuestas erradas que escuchaban, pero a pesar de estar equivocadas en algún momento muchos de ellos terminaban cambiando su respuesta y señalando la misma dada por el grupo. Cuando los cómplices no emitían un juicio unánime era más probable que el sujeto disintiera que cuando estaban todos de acuerdo. Los sujetos que no eran influenciados tanto por la opinión de la mayoría no tenían ningún problema en dar la respuesta correcta.



Una variación a este experimento fue el incluir dentro de este grupo a uno o dos sujetos que darían las respuestas –a todas luces- correctas. Se observó que bastaba que una persona más brindara la respuesta obvia -y correcta- para que el sujeto examinado mantuviera su propia respuesta.



Estos trabajos hablan de una presión grupal “indirecta” pues a pesar que nadie solicitaba al participante cambiar su respuesta ni había intentos por influir directamente en su opinión, el hecho de estar en un grupo y observar una tendencia particular en éste, hace que las personas atiendan y se preocupen por “quedar bien”, por “no desentonar” con ese grupo. Somos seres sociales y nos gusta adaptarnos y encajar en el entorno.



Ahora, ¿qué implicancias tiene un estudio como el de Asch en la vida cotidiana? Pues muchas. Pensemos en los procesos electorales, en el manejo de la publicidad, en las encuestas y sus preferencias, en la “voz del pueblo”, en las discusiones por las redes, entre otros.



Solomon Asch deja claro con este experimento que la presión social sobre las personas puede inducirlas voluntariamente al error y a la toma de ciertas decisiones, incluso erradas. A tenerlo en cuenta, sobre todo cuando decimos eso de que “no me importa la opinión de los demás”. Parece que sí importa y hasta influye en nuestra mente y en nuestra conducta.

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