Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, escritor y divulgador
Ahora empezarán a sonreír más de la cuenta. Y a tomarse fotografías con niños humildes, profesores mal pagados y ancianas desdentadas con pensiones paupérrimas. Nos dirán que el Perú es un país viable y que todos juntos (con él o ella a la cabeza, por supuesto) podemos conseguir todo lo que nos propongamos.
Prometerán mejorar la educación escolar y el sector salud; mejores sueldos para los maestros, los médicos y los policías. Modernizar la ciudad será un comentario constante en sus entrevistas. Se mostrarán muy buenos, transparentes y honestos. Bailarán, se colocarán prendas oriundas del pueblo al que visiten, comerán y beberán todo lo que les ofrezcan y jurarán tener una impecable hoja de vida. Nada de juicios, querellas, violencia doméstica, estafas laborales, nada de nada. Son nuestros curiosos candidatos propios de nuestra alicaída clase política.
Imagen tomada en la web
El sonero Rubén Blades decía que el poder no corrompe solo desenmascara; y sabemos que un canalla con poder es una bomba de tiempo. Alguna vez, decía nuestro poeta Marco Martos, los políticos leían poesía. Y sí, en tiempos pasados teníamos a gente que defendía una ideología más que un interés partidario, existían políticos quienes tenían una carrera académica y profesional exitosa más que solo dinero con el cual ahora suelen comprar su aceptación en listas de postulantes a algún sillón de gobierno. El filósofo Pablo Quintanilla nos recuerda que “investigaciones científicas sugieren que la mayoría de las personas (ciertamente no todas) que ingresan a la política tiene rasgos psicopáticos y narcisistas muy por encima del promedio” (Quintanilla, 2019, página 13).
Cuánta responsabilidad tenemos nosotros, los votantes, pues nos dejamos llevar por sus cantos de sirena junto al apuro y la desinformación y terminamos dejando a la hora del sufragio que muchos(as) impresentables obtengan esos cargos y representaciones.
Tratemos de votar mejor, de estudiar el discurso, la personalidad y las intenciones de esos risueños personajes que de pronto aspiran a asumir puestos claves. Es una responsabilidad de la gran masa popular informarse, pensar y escuchar diversas opiniones pues una masa desinformada termina eligiendo mal. Luego, será tarde. Hablamos de la gran masa pues ésta terminando inclinando la balanza hacia uno u otro lado. Por eso el maestro Borges (quien no era para nada afín a lo pueblerino) decía desde su escepticismo ilustrado que la democracia era un error de la estadística. No siempre la mayoría tiene el buen criterio o la razón, pero esa es la democracia, el poder de la cantidad.
En palabras del profesor Quintanilla si bien nunca ha existido una sociedad plenamente democrática, aquellas que se han acercado a este sistema han progresado en términos materiales y morales, por lo que es preferible a dictaduras y populismos.
“Los políticos son iguales en todas partes. Prometen construir un puente incluso donde no hay río”, dijo alguna vez Nikita Kruschev, dirigente de la Unión Soviética entre 1953 y 1964.
Más cuidado la próxima vez que acudamos a las ánforas compatriotas.
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Cita: Pablo Quintanilla. La democracia y sus perversiones. En Suplemento El Dominical del Diario El Comercio. Domingo 15 de setiembre del 2019. Páginas 12-13.
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