Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, escritor y divulgador de temas psicológicos
Cada una de ellas hacía lo posible por sobresalir. Fajas bien apretadas, maquillaje desmedido, brasieres diminutos, atuendos sexis y joyas que fingían ser doradas, aunque sin valor, por doquier. La cola ya llegaba a la esquina del canal y los minutos pasaban mientras crecía la ansiedad de las muchachas por ingresar al set televisivo. Pocas de esa larga fila tendrían el privilegio de ser aceptadas para formar parte del elenco de la última temporada del reality juvenil denominado LAS REINAS DEL PLANETA. No superaban los 22 años, salvo Susana que con 27 años se sentía una vieja y estaba media convencida que había sido un error asistir. Curiosamente era de las más guapas mujeres por presentarse al casting.
“Seré famosa, admirada por mucha gente, dinero en mi cuenta bancaria y podré tener todo lo que siempre me he propuesto” pensaba Clara; mientras que Fiorela se ajustaba el escote (sus pechos pequeños pero turgentes parecían tener vida propia) y se imaginaba siendo ya la elegida. Al despedirse de ella por la mañana su mamá le había dicho que “cuando una persona se convence de algo eso siempre se cumple” y Fiorela que nunca escuchaba a su madre esta vez le creía como fanática nazi al mismísimo Führer.
Habían sido citadas a las 9am y ya eran cerca de las 10.30am. La puntualidad no suele ser muy valorada en la ciudad y hacer esperar a la gente en la Tv era no solo sólito sino necesario. Necesario para dejarles a todas bien claro desde el inicio quien manda. Solo el guachimán del canal había salido con cara de odio y profundo desprecio (no sabemos la razón) a decirles que “hicieran cola pegadas a la pared y que ya sale la coordinadora del programa”. Se las daba de gerente general el chico de seguridad; y es que cuando un subordinado atisba cierta posibilidad de principalía o poder, se identifica con su opresor y lo imita. A las chicas esperar dos, tres o doscientas horas no les preocupaba, incluso se sentían ya unas ganadoras o “winners” como dicen los gringos, por el solo hecho de haber sido llamadas para esta prueba de talentos. Haber sido convocadas entre cientos o quizá miles de otras muchachas ya era casi digno de festejo. No podían con su emoción y de tanta adrenalina muchas habían olvidado desayunar incluso. Y así, con el estómago vacío y la cabeza caliente -por el sol radiante del día- seguían paraditas con aires de diva ante la mirada sorprendida de todos los que pasaban esa mañana cerca del canal.
Imagen tomada de la web.
El tiempo fue pasando y no había cuando ingresar al maldito set. No les habían dado ni un vaso de agua y estaba prohibido salirse de la fila para ir al baño o a un restaurante por alguna merienda. Las que habían salido con desayuno eran unas afortunadas y las que no habían comido nada por nervios o por el apuro por llegar a tiempo viniendo de dios sabe qué cono de Lima, se fregaron. A morirse de hambre, pero se morirían bien regias y con la mini bien corta como princesas de cuento.
Dieron las 11.30am y ya parecía que las harían pasar. Hacer esperar a las postulantes era una política de la coordinación para ir depurando a las indecisas, ansiosas, negativas y depresivas. Susana no soportó más el calor y el olor del fracaso y se retiró confirmando su presentimiento: “soy una vieja horrible”. Fiorela seguía pensando en que sería la elegida y Clara de pronto se desmayó y se dio un madrazo contra el piso. El guachimán molesto la cargó con ayuda y la pobre Clara dejó de parecer una bella damisela para adoptar un aire más cercano a Túpac Amaru cuando fue jalado por los caballos según la historia contada. Más de una de las postulantes puso cara de preocupación pero por dentro celebraban tener una rival menos. Ojalá se muera pensó Lupita.
Minutos antes de las 12pm todas ya estaban listas en el tercer set del espacio de grabación. De las 20 muchachas quedaron 18 (menos Susana que ya estaba camino a casa amargada y Clara que fue llevada al hospital más cercano para una pequeña sutura en la frente. Nada grave).
En eso hizo su ingreso el gerente general, el señor Beto, a quien todos llamaban ahí Doctor. Miró con desprecio a las muchachas y decidió que ya era tarde y que era mejor que regresaran al día siguiente pero a las 7am para terminar temprano con las pruebas. Luego de unos segundos de silencio 12 de las 18 chicas se infartaron y cayeron pesadamente al piso, estaban fulminantemente muertas y descuajeringadas. Espuma por la boca y contracturas bucales realmente desagradables.
5 de las restantes explosionaron como esos globos de agua usados en los carnavales que estallan al ser lanzados al piso. Había sangre y vísceras por todos lados y la asistente del doctor inmediatamente mandó a los encargados de limpieza que dejaran todo limpio como antes. Solo quedó Mariana quien lentamente llevó su mano al bolsillo de su pequeño short y sin inmutarse cogió con fuerza el verduguillo que había decidido llevar consigo por si alguien osaba burlarse de ella. No dejaba de mirar el cuello de ese tal Beto.
¡Es una broma chicas!, dijo la asistente mientras el doctor no paraba de carcajearse. Todo esto que hacemos es parte del proceso de selección pequeña, y tú has sido la más fuerte además de la más linda, le dijo el doctor con mirada lasciva a Mariana que poco a poco soltaba el cuchillo, lo dejaba nuevamente en el bolsillo y esbozaba un gesto de sorpresa muy bien actuado. Beto la cogió por la cintura y la llevó a sus oficinas que estaban en el último piso de ese local para ultimar detalles de su participación en el programa por estrenarse.
Atrás quedaron regadas las otras postulantes en un charco pegajoso y maloliente que los de limpieza iban levantando poco a poco, mientras comentaban lo rápido que esta vez habían reventado la mayoría de chicas. Hasta habían apostado que más de la mitad quedaban pegadas al techo.
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