Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, escritor y divulgador
El modo de actuación de los diferentes tipos de animales, es un tema que ha suscitado un enorme interés en los investigadores. Es interesante la habilidad de algunas criaturas simples para desarrollar tareas complejas: tejer una telaraña, construir un nido, encontrar refugio o capturar a su presa; todo ello en el momento justo y con escaso o nulo aprendizaje previo. Tales comportamientos se han estudiado desde dos perspectivas bastante diferentes, de hecho casi opuestas en sus planteamientos, que exponemos a continuación: o bien los animales aprenden todo lo que hacen (enfoque conductista), o bien saben instintivamente cómo hacerlo (enfoque etológico, que subraya el papel de la herencia).
Hasta hace unas décadas, la escuela dominante (en los EEUU sobre todo) en la explicación del comportamiento (animal y humano) había sido el Conductismo, cuyas figuras más conocidas fueron J. B. Watson y B. F. Skinner. Los partidarios de esta corriente sostenían que toda conducta es aprendida; asimismo, creían que los animales nacen como una “página en blanco” sobre la que el ambiente y las experiencias van dejando su huella. A través del condicionamiento, se va formando el comportamiento.
Los tres premios Nobel fundadores de la Etología (disciplina desarrollada prioritariamente en Europa), el austriaco Konrad Lorenz, el holandés Niko Tinbergen y el alemán Karl von Frisch, sostenían que la conducta animal es mayormente innata (instintiva). Una especie de avispa excavadora encuentra y captura solamente abejas de miel. Sin ninguna experiencia previa, la avispa hembra de esta especie excava un complicado túnel hasta encontrar a la abeja, la paraliza con un preciso aguijonazo en el cuello, vuelve a su guarida y, cuando tiene suficientes abejas, pone un huevo en una de ellas y sella la cámara. Según los etólogos, el comportamiento tan especializado de esta avispa está dirigido por una programación dada en sus genes desde el momento de su concepción. Este fenómeno se da de modo similar en otras especies animales, en las que pueden observarse patrones fijos de acción similares a los de la avispa. Los defensores de este enfoque sostienen que los comportamientos tardíos en la vida de los animales podrían no ser fruto del aprendizaje, sino de la maduración del individuo, como sucede por ejemplo con el vuelo de las aves, que no requiere de ningún aprendizaje, pero que se retrasa hasta que el polluelo tiene fuerza suficiente para hacerlo.
NOTA: Un trabajo más extenso lo encuentran en:
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