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Foto del escritorManuel Arboccó de los Heros

EL MALESTAR DE LA CIVILIZACIÓN DIGITAL (Reseña)

Por Manuel Arboccó de los Heros

Psicólogo y escritor



EL MALESTAR DE LA CIVILIZACIÓN DIGITAL

Autor: Jean-Paul Lafrance

Año: 2020

Editorial: Fondo Editorial de la Universidad de Lima

328 páginas


Jean-Paul Lafrance es Doctor en Filosofía por la Universidad Denis Diderot de París y fundador del Departamento de Comunicación Social y Pública de la Universidad de Quebec en Montreal donde también es docente. Ha publicado varios libros sobre los medios y la civilización digital y hoy reseñamos el texto titulado El Malestar en la civilización digital, cuyo título nos recuerda un famoso ensayo del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, quien allá por el año 1930 escribiera El Malestar en la civilización.



Fotografía de Jean-Paul Lafrance

Disponible en la web


Pues bien, el Fondo Editorial de la Universidad de Lima nos presenta este libro de Lafrance que se divide en cuatro partes: 1. ¿Hasta dónde quiere llegar el capitalismo informacional y cognitivo?; 2. Automatización del trabajo y distribución de la riqueza aportada por la digitalización; 3. De la necesidad de una revolución interior y 4. Las derivas del transhumanismo y la tentación humana de volverse Dios.


En la primera parte el autor afirma que hemos pasado de una economía de fabricación de objetos materiales a una economía de servicios donde el valor se sitúa en la captación y procesamiento de datos, y no es descabellado pensar que nuestros comportamientos individuales y colectivos son ahora cuantificados, analizados y hasta vigilados gracias a la llamada big data. ¡Y todo con nuestra complicidad y asentimiento! Lafrance denuncia el empleo de nuestros datos en motores computarizados que de esa forma nos inundan de publicidad, mensajes o llamadas telefónicas casi siempre para ofrecer algún servicio, pues de esa forma trabaja el capitalismo digital moderno, o lo que el autor denomina El capitalismo informacional o cognitivo: “lo que la mayoría de nuestros economistas y dirigentes no habían entendido es que el fenómeno de internet no era una pequeña oportunidad para informáticos brillantes sino una revolución económica, un cambio de paradigma en la manera de hacer negocios y dinero. A fines del siglo XX, el capitalismo iba a cambiar completamente para convertirse en un capitalismo informacional o cognitivo, basado en la explotación de una riqueza común, el dato” (p.48).


La enciclopedia digital Wikipedia y los motores de búsqueda como Google buscan redocumentar el mundo, contarnos la historia, darnos las “verdades”. Como diría Nicholas Carr en su texto Superficiales, la internet y las redes no solo señalan los contenidos a los que hay que prestarles atención, sino que vienen modificando nuestra forma de procesar la información, nuestra forma de pensar (y actuar). Así, se menciona con acierto que el mundo digital transformó la dimensión temporo-espacial en la vida de las personas.





Nos señala también el poder que tienen las corporaciones como GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) entre otras, las cuales son expertas en evadir impuestos según documenta el autor en el texto. En la página 55 precisa: “anteriormente, las empresas de prensa escrita y electrónica controlaban la veracidad de los hechos y de las informaciones. Ahora, cualquiera puede convertirse en un trol e insultar a quien quiera por cualquier motivo”. La red puede ser también un reservorio de noticias falsas (fake news), de difusión de tonterías y de adormecimiento de consciencias. Y como ejemplo, Lafrance nos cuenta el empleo que hizo el equipo informático del ex presidente de los EEUU Donald Trump al punto que, afirma el autor, logró a través de su campaña mediática incidir en el voto del electorado de su país. Hoy por hoy cualquiera tiene el derecho a decir lo que desee en las redes (la invasión de los necios, como diría Umberto Eco); nos exponemos y sobreexponemos en la internet como si la necesitáramos para apuntalar nuestra autoestima: “es el régimen de la transparencia total, puesto que internet favorece la ausencia del control del individuo escondido detrás de su pantalla (fenómeno de desinhibición)” (p. 29).


En la segunda parte, Lafrance se centra en el trabajo, su cambios, consecuencias y posibles formas de enfrentar las nuevas crisis por lo que el considera el reemplazo del ser humano por las máquinas. Las grandes corporaciones como las señaladas líneas arriba hoy se pelean diversos mercados, como el de la salud (Healthcare Next), la educación (Google Classroom, ITSLearning), el transporte (Uber, Google Maps) y el cibercomercio (Amazon). Y el mercado ha cambiado drásticamente, así como las reglas de juego. Leemos: “Dado el progreso de la inteligencia artificial y de la robótica informacional, las máquinas inteligentes pueden reemplazar cada vez más a los seres humanos, no solo en la fabricación de objetos materiales, sino en la prestación de servicios” (p. 118). Efectivamente cuántos puestos de trabajo han ya prácticamente desaparecido con los contestadores y cajeros automáticos, las compras online, los negocios de autoservicio computarizado y el “hágalo usted mismo”. La economía continúa creciendo, dice el autor, pero la desocupación también y pone el caso de Europa y la crisis en que vive. Nosotros los peruanos no estamos muy lejos de eso.


La tercera parte es una llamada de atención a una “revolución interior” y un “cuidado de sí”. Hoy la ansiedad, la depresión, los problemas atencionales, el burnout y las nuevas adicciones parecen no solo no retroceder sino aumentar a paso acelerado; no duda en señalar en la página 149 que “la civilización digital es ansiogénica y decididamente tóxica”. Detalla con cifras y citas como los servicios de atención psicológica y hasta psiquiátrica vienen aumentando en muchos lugares: “El ser humano del siglo XXI con frecuencia es un individuo depresivo o abrumado, o en hiperactividad, anverso y reverso de una misma enfermedad. En general, psicologiza su angustia y la remedia con neurolépticos” (p. 151). Sabemos del uso descontrolado de psicofármacos en las grandes ciudades del orbe, como si unas píldoras pudieran remediar el estrés actual, la soledad de las familias, la gran competitividad, la inseguridad sentida por muchos por amenazas y crisis políticas, los problemas económicos y la desocupación laboral, la fragilidad planetaria, el temor a una nueva guerra mundial, las crisis morales, la inautenticidad como forma de vida y los vacíos existenciales. El filósofo es firme al declarar algo que los psicólogos y psiquiatras debemos tomar en cuenta: “La dependencia de Facebook y de los teléfonos inteligentes, el uso desmesurado de videojuegos, la moda de los deportes extremos y la búsqueda de experiencias cada vez más osadas (y que involucra gastar, diríamos también nosotros), la omnipresencia de la moda y el culto al cuerpo (apoyado por un marketing permanente), la sociedad del espectáculo fabricada en el universo mediático, acarrean la artificialización de la vida cotidiana” (p. 155). El llamado síndrome de Burnout de los trabajadores exigidos hasta sus propios límites por horarios de trabajo inaguantables y sueldos a veces que no corresponden con esas exigencias (recordemos al filósofo Byung Chul Han que nos habla de la “sociedad del cansancio”) así como la depresión, la insatisfacción con el propio cuerpo y los problemas de falta de autocontrol, y la medicalización ya no solo de adultos sino de jóvenes y hasta de niños, es lo que Lafrance llama las enfermedades de nuestra civilización digital. Por eso concluye esta parte reflexionando sobre algunas formas de hacer frente a todo esto, y de cuidar de sí (recuerda en este punto al filósofo Michel Foucault quien se encargó también del asunto). Los ejercicios espirituales y físicos, la contemplación e introspección, el aprender a dialogar, a vivir bien, practicar la lectura profunda y los ejercicios intelectuales, apostar por una vida auténtica, consciente, orientada a la paz y la libertad interior. Eso necesariamente nos obliga a mantener cierta distancia prudente con toda la vorágine que precisamente se señala y denuncia en el libro. En estos capítulos el autor, filósofo de profesión, nos brinda un repaso por algunas escuelas filosóficas antiguas que intentaron siglos atrás brindar algunos estilos de vida orientados a la tranquilidad y la felicidad como los estoicos, los escépticos, los epicúreos entre otros.


Finalmente, en la cuarta y última parte nos habla de la propuesta del transhumanismo, movimiento que propone transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías ampliamente disponibles, que mejoren las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico; y aquí nos señala los más modernos logros de la biología molecular y la nanotecnología médica como crear órganos artificiales completos, cambiar nuestro ADN, desarrollar la robótica quirúrgica, colocarnos nanoimplantes, regenerar y reprogramar nuestras células y tejidos, etc. Suena a la nueva eugenesia del futuro. Mucho de esto parece ficción, pero el esto ya se viene consiguiendo y ante esto surgen también algunas interrogantes de carácter político, económico y deontológico.

El libro termina con más de veinte páginas de referencias a importantes filósofos, sociólogos, neurocientíficos e historiadores.


Venimos pensando hace años que la salud psicológica de la población no es un asunto exclusivamente personal, sino que existen factores y condiciones sociales, económicas y culturales que permiten tanto el despliegue de nuestras capacidades, así como la inhibición de las mismas e inclusive el perjuicio sobre nuestra salud mental. Como dice la traductora del libro (del francés al español) Carmen Rico en el prólogo: “Lafrance denuncia en forma tajante la toxicidad de la sociedad digital en su mecanismo provocador de ilusiones, nefastas para el equilibrio humano, porque funciona como un acelerador de sensaciones fuertes, de ambiciones malsanas y de deseos cada vez más insatisfechos, porque crea un estilo de vida frenético que hace caer a los individuos en la depresión, la ansiedad o en los muy de moda burnout o trastornos de déficit atencional, estilo siempre sobrealimentado por la colosal industria del marketing y la publicidad”.


Así pues, este libro es una lectura necesaria para estudiantes de Psicología y demás ciencias sociales y de la salud pues nos advierte de como el sistema digital actual tiene también su lado peligroso y cuenta con nuestra insana complicidad.



Mag. Manuel Arboccó de los Heros

Profesor de la Facultad de Psicología

Universidad Femenina del Sagrado Corazón

Orcid: https://orcid.org/0000-0002-8481-310X


Publicado en: https://revistas.unife.edu.pe/index.php/avancesenpsicologia/article/view/2762

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1 commento


Carlos Alberto Munoz Pachas
Carlos Alberto Munoz Pachas
10 mag 2023

Excelente..........Gracias por estas maravillosas lecturas

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