(Psicología y Cine)
Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, articulista y divulgador de temas psicológicos
“El príncipe de las mareas” es una película dirigida por Barbra Streisand, quien también actúa en ella junto al actor Nick Nolte y Melinda Dillon y rodada en el año 1991. Trata la historia de una escritora, Savana Wingo, quien padece serios problemas psicológicos y tras volver a intentar suicidarse es internada en un hospital. Su psicoterapeuta, Susan Lowenstein, decide pedir apoyo a la familia conociendo así a Tom, hermano de Savana.
Tom es un hombre de campo, amante del fútbol y de vida sencilla quien no entiende mucho de Psicología pero en el momento que conoce a la psicoterapeuta una serie de recuerdos y sentimientos empiezan a aparecer de su propio pasado, un pasado que está ligado al de su hermana y al origen de su psicopatología. Tom, no lo sabe, pero al ayudarla iniciará un propio encuentro consigo mismo y sus demonios.
Tom y Savana provienen de una familia disfuncional y con ese tipo de padres que crean hijos propensos a la insania mental. Se observan escenas donde claramente se aprecia cómo van programando negativamente a los hijos.
¿Puede una persona elegir no recordar? El clásico mecanismo de la represión freudiana buscaba explicar como un evento perturbador podía generar un bloqueo en la memoria del paciente, al menos una amnesia parcial que buscaría colocar esos recuerdos en esa clandestina oscuridad de la mente inconsciente. Hasta que algún evento posterior reactive el pasado perturbador. Y para Tom ese evento comienza con el nuevo intento de suicidio de su hermana.
Tom parece un hombre insatisfecho, que intenta cumplir como padre pero le va mal en su matrimonio. Tras la noticia del intento de suicidio de su hermana, debe viajar de Carolina del Sur a Nueva York, ahora él será la memoria de Savana, situación curiosa ya que él también quiere olvidar.
Imagen tomada de:
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La filosofía de Tom (aprendida de su madre) consiste en que cuando las cosas se ponen feas “o las evitamos o nos reímos”, pero la terapeuta Susan le pregunta ¿y cuándo lloran? Así lo enfrenta a una situación natural y necesaria en el ser humano. Sabemos que el impedirse el llanto y el bloqueo sistemático del dolor humano es peligroso para la mente y el cuerpo. Por ejemplo vemos como el pasado (que nunca ha pasado del todo) interrumpe a Tom en varios momentos de la película a través de escenas que llegan a su mente. Muchos de los supuestos problemas del pasado, no han “pasado” sino que siguen vivitos y coleando y torturando. Están en el aquí y el ahora y se resisten a ser dejados de lado. Como dice el psicoterapeuta Fritz Perls “ya sea que estemos recordando o anticipando, lo estamos haciendo ahora. El pasado ya no es, el futuro aún no es” y continua “…el pasado es el pasado. Y sin embargo, en el ahora, en nuestro ser actual, acarreamos mucho del pasado. Pero lo acarreamos únicamente en tanto que tenemos situaciones inconclusas”.
Es interesante que su hermana se haya vuelto poetisa. ¿Por qué poetisa? El arte suele ser una forma de canalizar sentimientos y pensamientos poco claros, difusos, inconscientes, extraños para nosotros mismos. Los psicoanalistas lo llaman sublimación, la capacidad de conducir una fantasía, una pena, un deseo doloroso o peligroso hacia caminos reconocidos y socialmente aceptados como el arte, el trabajo, la ayuda social. Vemos como Tom es entrenador de fútbol y su hermana es poetisa.
Cosa curiosa también es que Savana empleara en algún momento una identidad distinta. Su segunda identidad es una forma de relegar a la primera, inclusive de negarla, negar la de la vida real, la de Callamwoide, la de la horrible experiencia infantil. Además elige como identidad la de una mucha judía refugiada de la persecución nazi. Así se siente Savana, perseguida, atormentada, sin escape. Perseguida desde la infancia por sus sentimientos, emociones e ideas. En psicoterapia sabemos que todo aquello que no suele ser entendido, aceptado y superado tiene a repetirse, a permanecer.
La película termina con Tom diciendo estas palabras: “en las familias no hay crímenes imperdonables”. Aprendió a aceptar sus padres, aprendió a perdonarlos y con ello a perdonarse y aceptarse. Se liberó en parte de ese pasado esclavizador, donde sus padres eligieron llevar un mal tipo de matrimonio e influyeron mucho en su vida pero no pueden quitarle ahora las ganas de vivir, la libertad de sus elecciones y la responsabilidad de sus decisiones.
Esta película fue candidata a los premios Oscar de 1991. Recomendamos conseguirla y apreciarla. Creemos que una película, como un libro, una canción o una obra de teatro bien puede dejarnos una lección así como someterse al análisis psicológico y social de sus personajes, contenidos, tramas, y es un ejercicio valioso.
Colofón: Para un análisis más extenso de esta película sugerimos ir al siguiente enlace:
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