Por Manuel Arboccó de los Heros
Psicólogo, divulgador y profesor de Psicología
La llamada PSICOLOGÍA HUMANISTA o “Tercera Fuerza” aparece hace sesenta años para cuestionar los cánones y prácticas tradicionales en Psicología hasta entonces, ya sean las propias del modelo conductista o conductual (primera fuerza en los EEUU) así como el modelo psicodinámico herencia del psicoanálisis freudiano. Personajes como Abraham Maslow, James Bugental y Carl Rogers, formularon nuevas teorías sobre el ser humano y sus posibilidades, y lograron aportes en diversos sectores del quehacer psicológico principalmente el educativo, el clínico y el social. Dicen Tortosa y Civera “su constitución formal se producía en 1961 y un año más tarde, celebraba su primera reunión nacional la American Association for Humanistic Psychology (AAHP) nombre que cambió en 1999 por el de Association for Humanistic Phychology” (2006, p. 419). Luego se le sumarían otros psicólogos y se producirían diversas formas de trabajar en psicoterapia así como un variado marco teórico.
Entre los motivos de su origen estuvo el interés en la investigación del desarrollo humano sano en oposición al exclusivamente patológico (tema característico en la psicología y la psiquiatría clásica) y la investigación del potencial humano creativo (Auer, 1997). Así pues, sus propios fundadores señalaban su inclinación hacia “aquellas capacidades y potencialidades humanas que tienen poco o ningún sitio sistemático, ya sea en la teoría positivista conductista, ya sea en la teoría psicoanalítica clásica” (Tortosa y Civera, 2006, p. 422) tales como: la creatividad, el sí mismo, el crecimiento personal, la autorrealización, los valores superiores, la espontaneidad, el humor, el amor, la afectividad, la trascendencia del yo, el sentido de la vida, la libertad, la responsabilidad y la salud psicológica, entre otros aspectos humanos, casi olvidados por una psicología que en su afán de ser muy científica había priorizado solo lo objetivo, medible y observable así como de aquella psicología que se había olvidado de la dimensión sana del hombre, o bien que había buscado ciertamente como controlar las conductas de los “pacientes” para que se adapten a la sociedad dominante más allá de su autonomía y necesidades personales. A este propósito, los humanistas optan por hablar de clientes o consultantes más que de pacientes pues ese término recordaba al modelo médico de atención a enfermos que debían ser obedientes y seguir las “prescripciones” del experto. La Psicología Humanista (PH), rompe pues con eso.
Leahey, en su clásico texto Historia de la Psicología, afirma lo siguiente: “los psicólogos humanistas merecían este calificativo porque, al igual que los humanistas clásicos griegos, creían que los valores para guiar la acción humana deben encontrarse dentro de la naturaleza de lo humano y en la propia realidad humana” (1998, p. 489). Y cierto es que la mirada de los psicólogos humanistas es particularmente optimista y esperanzadora pues suelen vernos como criaturas que tendemos al crecimiento y a la constante actualización (Arboccó de los Heros, 2021). La PH no solo se interesa en lo que somos sino en lo que podemos llegar a ser en el curso de la vida (potencialidades) y “no por casualidad, surge en un momento en que franjas importantes de la población se cuestionan valores tradicionales como el éxito a cualquier precio, el dominio de unos países sobre otros incluso por la guerra, y la ganancia económica a costa del equilibrio ecológico del planeta” (Tortosa y Civera, 2006, p. 420). El cuestionamiento de esos valores que empezaban a desmoronarse ante una sociedad que veía alarmantes niveles de violencia, adicciones, suicidios y depresiones, en una palabra, de deshumanización. La PH era una llamada a la ciencia psicológica a que brinde con los mismos esfuerzos e intereses un mejor y mayor abordaje a la comprensión de la experiencia humana apelando no solo al modelo objetivista positivista de las ciencias naturales sino a los aportes de la filosofía existencial, de la fenomenología así como de otros campos humanos como el arte.
Finalmente, dice Auer, la psicología humanista “ha devenido en suma en un movimiento crítico que reacciona contra la psicología tradicional y se define a sí misma como una tercera fuerza junto al psicoanálisis y al conductismo” (Auer, 1997, p. 33).
Referencias:
- Arboccó de los Heros, M. (12 de noviembre del 2021). Rogers y la tendencia actualizante. En Nos sobran las palabras. Blog. Disponible en: https://nossobranlaspalabras.wixsite.com/manuelarbocco/post/carl-rogers-y-la-tendencia-actualizante
- Auer, H. (1997). Psicología Humanista. Módulos de psicoterapia. Tomo I. Lima: Universidad Femenina del Sagrado Corazón.
- Leahey, Th. (1998). Historia de la Psicología. Principales corrientes en el pensamiento psicológico. Cuarta Edición. España: Prentice Hall.
- Tortosa, F. y Civera, C. (2006). Historia de la Psicología. España: Mc Graw Hill.
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