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Foto del escritorManuel Arboccó de los Heros

ÉTICA, BIOÉTICA Y EL PELIGRO PARA LA HUMANIDAD

Por Manuel Arboccó de los Heros

Psicólogo, escritor y psicoterapeuta


La superpoblación, la venta masiva de armas, el narcotráfico y el daño al ecosistema son solo cuatro de los grandes problemas que atraviesa la humanidad desde mediados del siglo XX. Algunos dicen que son problemas irreversibles, que son causas pérdidas; aunque desde hace poco menos de tres décadas hay una mayor consciencia del maltrato al planeta. Un planeta contaminado, recalentado e intoxicado que de seguir así será inviable. De hecho, en algunos lugares ya es muy difícil vivir, por ejemplo países con enorme nivel de contaminación con gases de efecto invernadero (como Japón).


Ecosistemas dañados por inmorales intereses económicos y políticos que, de espaldas a una ética ambiental, atropellan contra todo pronóstico y sentido común, reservas, lagos y bosques. Vemos contaminación de ríos; derrames de petróleo; tala indiscriminada; flora y fauna perjudicada y una desquiciada y poco profesional explotación minera van produciendo un impacto terrible en el mundo en que vivimos. Hablamos de hechos que ocurren en nuestro propio país como en países de todo el orbe. Y es acá donde entra la ética y en especial la bioética.


Como sabemos, la Ética es el campo de la reflexión inteligente y serena sobre asuntos morales, intenta precisar qué es bueno y qué no lo es y por consecuencia cómo podríamos actuar en función a esas consideraciones y ha sido considerada como el “arte de vivir bien” según el filósofo español Fernando Savater. Ahora, la bioética es la rama de la ética que se dedica a proveer los principios para la conducta correcta del humano respecto a la vida, tanto de la vida humana como de la vida no humana, así como al ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la vida. La bioética es una reflexión ética sobre múltiples problemas sociales y morales propios de la sociedad contemporánea que considera el hábitat que nos brinda vida.


El hombre antiguo y medieval consideraba la naturaleza permanente y en constante cambio, “capaz de curarse las pequeñas heridas que el hombre con su minúsculo tamaño podía hacerle”, como diría el filósofo español Andrés Sánchez Pascual. Desde el auge de la tecnología moderna, filósofos vienes desarrollando el tema, como el alemán Hans Jonas quien señalaba hace algunas décadas que era necesario hablar de una Ética de la responsabilidad tecnológica pues el poder destructor del hombre ya es gigantesco.


Ya existen peligros que amenazan a la humanidad en el plano de su permanencia, de su supervivencia. Son emblemáticas las malas decisiones que afectan el ecosistema, dentro del cual se desarrollan las actividades humanas, o los que resultan de la manipulación biológica aplicada a la reproducción humana, o a la identidad genética de la especie humana, o todavía a la intervención química o quirúrgica sobre el comportamiento del hombre. En suma, debido a la técnica, el hombre se volvió peligroso para el hombre, en la medida que pone en peligro los grandes equilibrios cósmicos y biológicos que constituyen los cimientos vitales de la humanidad (de Siqueira, 2001).


Los daños observables que se presentan movilizan en las personas los sentimientos de angustia y sufrimiento. Para el profesor de bioética José Eduardo de Siqueira (2001) las consideraciones éticas no se imponen como coerción, sino como una fuerte exhortación dirigida a la libertad del agente de transformación. Y es justamente como una exhortación singular que la responsabilidad ética se convierte en sentimiento y es en ese campo del comportamiento que Hans Jonas pretendía colaborar. Todos, aunque de modo superficial, conocen los posibles cataclismos que ocurrirán como consecuencia del supercalentamiento del planeta, o de la progresiva destrucción de la capa de ozono, o aun, de la incontrolable destrucción de la vegetación de las ya escasas reservas forestales del planeta, el proyecto del genoma humano o el empleo de biochips para el control laboral. Como afirma Gonzáles Gómez: “la promesa de la técnica moderna de crearnos un mundo feliz a través del dominio, sometimiento y uso de la naturaleza se ha convertido más bien en una amenaza” (2015, pág. 7).


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A pesar del mal ya realizado al planeta, hoy pareciera haber una mayor sensibilización de la población cuando de respetar y cuidar nuestro hábitat se trata. Esto le pertenece también a la bioética, como ya se ha dicho, junto con otros temas controversiales como la eutanasia y el aborto; así como la atención de calidad en materia de salud, el respeto al paciente en la atención médica y psicológica; el cuidado de los recursos naturales y debates en temas de investigación comportamental y genética. Así pues, si bien la bioética es relativamente reciente –desde lo académico-, tiene gran relevancia dentro de las reflexiones universitarias y académicas en asuntos morales. Ojalá también los políticos y empresarios, que son los que toman las grandes decisiones, la tengan bien presente.


Referencias:

- de Siqueira, J.E. (2001). El Principio de Responsabilidad de Hans Jonas. En Acta Bioethica 2001; año VII, nº 2.

- Gonzáles Gómez, G. (2015). El principio de responsabilidad de Hans Jonas a la luz de la conciencia ecológica. En Nómadas: Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Madrid.



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